Hipermetropía infantil: causas y síntomas

La hipermetropía es uno de los errores de refracción más comunes en los niños. Para detectarla a tiempo, prevenir la aparición de afecciones relacionadas y tomar las medidas oportunas conviene que los padres conozcan cuáles son las causas y, sobre todo, los síntomas iniciales. 

La mayoría de los niños son hipermétropes al nacer, no obstante, el error de refracción se va corrigiendo a medida que crecen y los ojos se desarrollan. Por lo tanto, la hipermetropía va disminuyendo gradualmente hasta desaparecer finalmente en la adolescencia. Como la hipermetropía provoca que los objetos próximos se vean borrosos, vigilar la reacción de los niños cuando realizan actividades que requieren enfocar de cerca es fundamental para detectarla y corregirla a tiempo.

¿Por qué se produce la hipermetropía infantil?

Son varios los factores que influyen en que la hipermetropía no se revierta de forma natural una vez que el niño se desarrolla y, por tanto, esta situación se mantenga para el resto de su vida. Hay que destacar que este error de refracción se debe a que el globo ocular es más pequeño de lo normal, lo que provoca que los rayos de luz procedentes de los objetos se crucen detrás de la retina y no sobre ella. 

En la mayoría de las ocasiones la falta de nitidez se compensa al guiñar ligeramente los ojos, ya que de este modo el cristalino aumenta su poder dióptrico. Cuando no se produce esta corrección natural estamos ante una hipermetropía de mayor grado, que suele estar provocada principalmente por un componente hereditario que hace que no se corrija, aunque el ojo crezca, y será necesario utilizar gafas graduadas para ver correctamente.

 

Niño con hipermetropía haciendo pruebas en la óptica

Síntomas de la hipermetropía infantil

Además de la necesidad de acomodar los ojos para ver los objetos cercanos con la nitidez necesaria, los niños con hipermetropía manifiestan los siguientes síntomas: 

  • dolor de cabeza motivado por el esfuerzo que tienen que hacer para enfocar bien de cerca. Suele incrementarse según avanza el día y remite durante los fines de semana, en los que se relajan y no necesitan tanta atención a determinados objetos. 
  • dolor ocular, lagrimeo y escozor, lo que supone que el niño se frote los ojos, arrugue la frente y parpadee constantemente.
  • dificultad para la lectura y la escritura que se materializa un bajo rendimiento escolar y dificultad de concentración.

Hipermetropía y estrabismo infantil

Cuando el ojo se fuerza en exceso para tratar de corregir el error de refracción producido por la hipermetropía puede aparecer el estrabismo, un trastorno por el cual los ojos no se alinean en la misma dirección y, por tanto, no miran al mismo objeto al mismo tiempo. La aparición de estrabismo hace que los pequeños no vean en tres dimensiones o con relieve.

Esta situación se produce en los niños menores de 8 años que no han completado el desarrollo ocular, pero en los que la hipermetropía es elevada y deriva en estrabismo o ambliopía, es decir, ojo vago, si no se toman medidas correctoras. Por eso los niños entre 3 y 8 años deben realizar controles visuales con ópticos experimentados.

 

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